ESO- BTO. Oración de la
mañana. Martes, 29 de octubre de
2.019
En
el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.
EL HIJO DE GANDHI
El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma
Gandhi y fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia, contó
en la Universidad de Puerto Rico este hecho como un ejemplo de la vida sin
violencia de su padre:
"Yo tenía 16 años y estaba
viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las
afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de
azúcar. Estábamos en el interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis
dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar
amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le
llevara en coche a la ciudad para asistir a una conferencia que duraba el día
entero. Mi madre me dio una lista para que hiciera unas compras en el
supermercado, y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió
que llevara el coche a revisar al taller. Cuando me despedí de mi padre él me
dijo: Nos vemos aquí a las 5 de la tarde y volvemos a casa juntos. Después de
hacer las compras y dejar el coche en el taller, me fui hasta el cine más cercano.
Me concentré tanto en la película, una sesión doble de John Wayne, que me
olvidé del tiempo. Eran las 5:30 cuando me acordé. Corrí al taller, cogí el
coche y fui a donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p. m. Él me
preguntó preocupado: - ¿Por qué llegas tarde? Me sentía mal por eso y no le
podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que
el coche no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi
padre ya había llamado al taller. Cuando se dio cuenta que había mentido, me
dijo: - Algo no anda bien en la manera como te he criado puesto que no te he
dado la suficiente confianza para decirme la verdad. Voy a reflexionar que es
lo que he hecho mal contigo. Volveré a casa andando para pensar sobre esto.
Así, vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la
casa por caminos que no estaban ni asfaltados ni iluminados. No lo podía dejar
solo... así que fui conduciendo 5 horas y media detrás de él... viendo a mi
padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho. Decidí desde
entonces que nunca más iba a mentir.
Muchas veces me acuerdo de este
episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera como nosotros
castigamos a nuestros hijos ¿hubiese aprendido la lección? ¡No lo creo! Hubiese
sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no
violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer.
Reflexiona: ¿Qué has aprendido de este relato?
Venerable Mary Ward, ruega por nosotros
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