EP Oración de la
mañana. Viernes, 25 de octubre de 2.019
En
el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.
EL
SOL QUE VIAJABA POR EL CIELO
El sol viajaba por el
cielo, alegre y glorioso sobre su carro de fuego, lanzando sus rayos en
todas las direcciones, a pesar de la rabia de una nube de humor
de temporal, que rezongaba:
—Despilfarrador, mano rota, regala, regala tus
rayos, verás cuántos te van a quedar.
En los viñedos cada grano
de uva que maduraba sobre los sarmientos robaba un rayo al minuto, o
también dos; y no había una brizna de hierba, o araña, o flor, o gota de agua,
que no se tomase su parte.
Deja, deja que todos te
despojen: verás cómo te lo agradecerán, cuando no tengas nada más para
regalarles.
El sol continuaba
alegremente su viaje, regalando rayos por millones, por miles de millones,
sin contarlos. Solamente al ocaso contó los rayos que le quedaban: y
fíjate, no le faltaba ni si quiera uno. La nube, de la sorpresa, se
disolvió en granizo. El sol se zambulló alegremente tras el
horizonte.
Hay muchos envidiosos, como
la nube de hoy, que sufren cuando los otros son generosos. Señor, que
nosotros no envidiemos jamás el bien que hacen los otros, sino que los
imitemos con gozo y alegría.
¡Recuerda que contamos con tu colaboración!
¡Recuerda que contamos con tu colaboración!
Decimos con cariño, Dios te salve María...
Venerable Mary Ward, ruega
por nosotros
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