Cuentan que un califa de Bagdad tenía un hijo ya mayor que era muy tímido. No quería salir a la calle para que no lo viesen y no le señalasen como sucesor del rey.
Al padre le dolía mucho la timidez de su hijo y un día lo llamó y le dijo:
-Toma esta taza de cristal. Tienes que llevarla llena de agua hasta el borde desde el palacio hasta la mezquita sin que se te caiga una gota. Esa es mi orden. Mucho me entristeceré si me desobedeces.
El muchacho salió a las tortuosas calles y andaba con mucho cuidado, completamente ajeno al ruido del pueblo, y sin hacer caso a las miradas de los curiosos y espectadores. E hizo exactamente lo que su padre le había ordenado. Cuando volvió a palacio, el califa le preguntó si había notado la curiosidad de los transeúntes.
- ¿Cómo iba a poder notar tal cosa llevando en la mano la taza colmada de agua?
De la misma forma cada uno de nosotros tenemos en las manos una taza que son los estudios y el saber, la ciencia y la cultura. Si estuvieras atento a no perder ni una gota del contenido de esta taza no te fijarías en tantas cosas que te distraen y te entretienen. ¿Podrías fijarte más en el contenido de tu taza? Todavía te queda mucho camino por recorrer hasta junio. Estate atento y concéntrate en tu tarea. ¿Con cuanta agua vas a llegar?
Venerable Mary Ward, ruega por nosotros
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