lunes, 19 de noviembre de 2018

Oración de la mañana 19-11-2018 Secundaria y Bachillerato


Leemos el evangelio del día de ayer. En apariencia es un poco raro, pero veamos más detenidamente. Estamos cerca del adviento, y por tanto al final del año litúrgico. En estas semanas la Igleisia nos propone algunos textos que tienen que ver con el fin de los tiempos. Nadie sabe, como dice el texto al final, cuando será el final del mundo. Pero el evangelio nos invita a estar atentos a lo que sucede cada día para actuar en consecuencia. El final de las cosas no es malo en sí mismo. Al contrario, para que llegue lo nuevo ha de acabar lo antiguo. El adviento nos trae nueva esperanza, nuevas posibilidades. Se terminan los años, los cursos, las acciones que un día iniciamos e incluso las amistades. No hay que aferrarse a lo viejo, porque entonces no llega lo nuevo. Cuánto hay de viejo en nosotros que debemos de despedir. Os dejo con el texto.

«Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

«De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.



Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.

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