Las cosas no son lo que que parecen
Leemos el evangelio que ayer domingo se proclamó en la toda la Iglesia y después comentamos:
Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas recitando largas oraciones para disimular.
Éstos tendrán una sentencia más rigurosa.» Jesús se sentó frente al arca del tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas: muchos ricos echaban mucho.
Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.»
Efectivamente, las cosas no son lo que parecen. En tiempos de Jesús las viudas eran personas que vivían en la más absoluta pobreza, por eso eran un prototipo de marginado social. Aunque ella apenas aporta unas monedillas, Jesús la pone de ejemplo de mujer generosa. No es la acción en sí, sino la intención lo que la convierte en valiosa. Qué nosotros saquemos tiempo para ayudar a los demás, a un compañero que no entiende un ejercicio o a un familiar que vemos sobrecargado, tiene más valor que el de otros que quizá tengan más tiempo. El tiempo que nos dedican nuestros padres, a partir de su sobrecarga de trabajo, muchas veces no es valorado por nosotros. Fijémonos en la intención, y no tanto en la acción de las cosas.
Una vez más, Jesús, con su vida nos da lecciones para nuestro día a día. Pon buena intención en todo aquello que haces, por pequeño que sea, y verá como la alegría se multiplica.
Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario