Del evangelista Marcos:
Entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había alli un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: “levántate y ponte ahí en medio”. Y a los fariseos les dijo: “¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”. Se quedaron todos callados. Echando una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: “extiende tu brazo”. Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos como acabar con él.
¿Nos saltamos nosotros también las normas cuando es necesario ayudar a alguien?. A veces, cuando algún compañero sufre, ¿no somos invitados por la norma del silencio o la de la comodidad a no decir nada, a no meternos en líos, a pensar que es mejor que cada uno resuelva sus problemas?
El acoso escolar existe sólo por una razón: porque hay cómplices que viendo lo que pasa no dicen absolutamente nada. Si no hubiese cómplices nadie sufriría. No guades nunca silencio cuando veas que alguien se mete con otro compañero, muchas veces no conocemos lo que la víctima sufre, aunque diga que no le afecta. Y si no quieres decirlo abiertamente, habla en secreto con un profesor, que nunca revelará tu nombre, pero por favor nunca seas cómplice del sufrimiento de otro
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