Al comenzar el nuevo día, damos gracias a nuestro Padre por todos aquellos que caminan a nuestro lado.
Tener un Padre común nos convierte en hermanos. Los hermanos se cuidan, se quieren, se acompañan y se quieren.
Somos familia del mismo Dios. Es una alegría, una gran suerte, pero también una gran responsabilidad. Hemos de sentirnos hermanos de todos, incluso de quienes no nos caen bien.
Así fue Jesús. Amó a todos
“Jesús, te pedimos que sepamos amar como tú lo hiciste. Que nos sintamos hermanos e hijos del mismo Padre.”
SECUNDARIA/BACHILLERATO:
KAFKA Y LA MUÑECA... LA OMNIPRESENCIA DE LA PÉRDIDA.
Muy buenos días a todos, ¿Qué tal ha ido ese puente de cuatro días? Esperamos que lo hayáis disfrutado mucho. Ahora ya queda el tirón de exámenes antes de la segunda evaluación. No te despistes que todavía puedes arreglar muchas cosas. Os dejamos para empezar la semana con un cuento que quizá pueda resultar algo difícil, es posible que necesitéis ayuda de vuestro profesor para entenderlo. Feliz semana.
Cuenta la historia que el gran escritor Franz Kafka se encontró una vez con una niña en el mismo parque al que solía ir a caminar todos los días.
Ella estaba llorando, había perdido a su muñeca y estaba desolada.
Kafka se ofreció a ayudar a buscar a la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar para darle alguna noticia al respecto.
Incapaz de encontrar a la muñeca redactó una carta “escrita” por la muñeca y que le leyó cuando se reencontraron:
- “Por favor no me llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir un diario sobre mis aventuras...”
Y este fue el comienzo también de muchas otras cartas que le seguirían en el tiempo.
Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña se sentía consolada. Cuando las reuniones llegaron ya a su fin, Kafka le regaló una preciosa muñeca. Aunque, claro, ella la vio diferente a su querida y llorada muñeca de antaño. No obstante, una carta adjunta le explicó algo que ella desconocía: “Mis viajes me han cambiado…”
Muchos años más tarde, la niña convertida ya en toda mujer, encontró por casualidad una pequeña nota metida en una grieta casi desapercibida dentro de la muñeca. Aquél manuscrito decía así: “Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas pero, al final, el amor te volverá a visitar de una forma diferente”.
Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.
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