viernes, 7 de febrero de 2020

ESO- BTO. Oración de la mañana. Viernes, 7 de febrero de 2.020

El cuaderno de BITÁCORA es a las 12.30.

NOTA IMPORTANTE:
RECORDARLE AL ALUMNADO A LAS 8.00 QUE TIENEN QUE LLEVARSE EL CUADERNO de BITÁCORA


  • Super IMPORTANTE... TENER ABIERTO el CORREO CORPORATIVO




EP. Oración de la mañana. Viernes,7  de febrero de 2.020


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... 

Hoy te invito, a pensar en los demás, a ponerte en el lugar del que tienes a tu lado, a mirar a tu alrededor, a mirar dentro de ti, a valorar como somos con nuestra familia y amigos.

Te invito a que dar gracias por nuestras relaciones: mi familia, mis amigos, mis compañeros... Disfrutemos de los que nos rodean y aprendamos disfrutar con otros y a ofrecer nuestra mano a quien lo necesite.

Compartimos nuestra acción de gracias en alto.

“Señor, enséñame a disfrutar de cada persona con la que me encuentre hoy y dar gracias por mi familia y amigos”



Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

jueves, 6 de febrero de 2020


EP. Oración de la mañana. Jueves, 6 de febrero de 2.2020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... 


PRESENTACIÓN DE JESÚS
Cuando Jesús era casi un bebé pasó una cosa muy sorprendente. Sus padres le llevaron al templo, porque era costumbre de los judíos presentar allí a los recién nacidos para que Dios los protegiera. El templo de Jerusalén era un lugar enorme, lleno de gente. Todo el mundo andaba de un lado para otro, así que José, María y Jesús estaban un poco perdidos.

 Pero un hombre muy mayor, que se llamaba, Simeón, en cuanto los vio, echó a correr hacia ellos. Y les dijo: "Llevo toda la vida esperando a ver a este niño". Estaba feliz. María y José se miraron sorprendidos. Pero ya empezaban a acostumbrarse a que con Jesús pasaran cosas extraordinarias. El hombre siguió diciendo: "Este niño será luz para las naciones…" Luego miró a María y José se apoyaron un poco más uno en el otro. Pero no tuvieron miedo. Al final el hombre se marchó muy contento por haber visto a Jesús, al que llevaba esperando muchos años. 

Luego la familia volvió a Nazaret, a su casa. Allí pasaron los años y Jesús iba creciendo, y se hacía mayor y más sabio. Jesús es alegría, cada vez que escuchamos una historia de él nos ponemos contentos porque aprendemos muchas cosas buenas. Conocer a Jesús nos cambia la vida porque nos quiere mucho. De la misma manera que si vemos a alguien que no vemos hace tiempo estamos alegres. 


  • ¿Con qué persona nos ponemos contentos?
  •  ¿Qué hago yo para que los demás estén contentos? 




 Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

ESO- BTO. Oración de la mañana. Jueves, 6 de febrero de 2.020 

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Estamos hartos de escucharlo y leerlo en todas partes: el desayuno es fundamental para una dieta sana y equilibrada. Y, sin embargo, no hacemos caso. Supongo que nuestra forma de vida, la española, influye, y mucho, a la hora de malograr la comida más importante del día. Nos acostamos, por lo general, muy tarde, y preferimos arañar minutos de sueño, a levantarnos antes para desayunar en condiciones.

Recientemente el Ministerio de Agricultura, ha lanzado una campaña en la que se daban a conocer los hábitos de los españoles con el fin de demostrar lo mal que desayunamos. Los resultados son muy reveladores: muchos ni siquiera se molestan en ingerir el 25% de calorías que requiere el desayuno y salen con un café con leche de casa en el cuerpo. Vamos a ponernos serios: desayunar bien es vital. Es necesario para la salud, para rendir bien en el trabajo y en los estudios, para estar de buen humor y disfrutar del día que tenemos por delante. Y, además, desayunar mal o saltarse esta comida es sinónimo de kilos de más. Diversos estudios revelan que dejar al organismo sin alimento durante muchas horas, ralentiza el metabolismo para ahorrar calorías. O, dicho de otro modo: el cuerpo se cree que no va a comer y guarda reservas por si acaso. No desayunar, engorda. La base de un buen desayuno descansa sobre tres pilares fundamentales: lácteos, cereales y fruta.

 Es en este último caso donde la mayoría falla y es un error de bulto: no pueden faltar las vitaminas que ofrece la fruta en estos primeros minutos del día. Y un zumo de naranja no basta. Lo ideal sería combinar una pieza entera de fruta –rica en fibra- con un zumo, siempre natural, que nos garantiza que no se obtiene de concentrados y que mantiene todas las vitaminas y minerales intactos. También esenciales son los lácteos.

Los hidratos de carbono –la energía, la gasolina del organismo-, así como los minerales, vienen de la mano de los cereales. aporta nutrientes y posee elevadas cantidades de grasas saturadas y azúcares. Dolores de cabeza, cansancio, estreñimiento, mal humor… Son problemas y molestias del día a día que pueden encontrar solución en un desayuno completo: dedícale 20 minutos a este placer mañanero y no te arrepentirás.

Rezamos un Ave María, y ánimo que hay que aprovechar el día

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

ESO- BTO. Oración de la mañana. Jueves, 6 de febrero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.
 
Buenos días, hoy te invito a unos minutos de reflexión de la mano del filósofo griego Sócrates.
La enseñanza que nos da puede ser una fuerte sacudida a un mundo al que llamamos la “sociedad de la información” porque ¿cuánto es conocimiento superfluo y cuánto sabiduría útil?

Un día, alguien fue a visitar a SÓCRATES, y le dijo: Escucha Sócrates, es necesario que te cuente cómo se ha comportado tu amigo. ¡Deténte! Interrumpió el sabio. ¿Has pasado lo que debes decirme por las tres cribas? -¿Tres cribas? Preguntó el otro, lleno de asombro. Sí amigo mío, tres cribas. Examinemos si lo que has de decirme puede pasar por las tres: La primera es la de la VERDAD: ¿Has verificado si todo aquello que quieres contarme ES CIERTO? No, yo lo he escuchado contar y… Bien, bien.

Pero seguramente tú lo has hecho pasar por la segunda criba, la de la BONDAD. Aquello que quieres contarme, si no es totalmente cierto, ¿es al menos ALGO BUENO? Dudando, el otro respondió: No, no es algo bueno, al contrario… ¡Hum!, Suspiró el sabio; intentemos servirnos de la tercera criba, y analicemos si es ÚTIL decirme lo que tienes ganas de contarme… ¿ÚTIL? No precisamente…
¡Bueno!, dijo Sócrates, sonriendo, SI AQUELLO QUE TIENES QUE DECIRME NO ES NI CIERTO, NI BUENO, NI UTIL, YO PREFIERO NO SABERLO. Y EN CUANTO A TI, TE ACONSEJO OLVIDARLO.

 Buen día y a seguir el consejo del sabio.

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Educación Infantil. 2º TRIMESTRE.


ORACIÓN de la mañana. 


3º AÑOS

Te damos gracias 
Te damos gracias
 Señor por la luna y las estrellas 
y por la luz del sol 
que ilumina las cosas bellas. 

 Buenos días mi Dios 
Buenos días mi Dios y mi amigo
 te pido que a lo largo del día 
tú me acompañes y estés conmigo. 

4º AÑOS
 Jesús tu que nos enseñas. 
Jesús tu que nos enseñas a todos 
enséñame a ayudar a mis padres, a mis hermanos,
 a mis amigos y a todos los demás.

 Jesús amigo 
Jesús amigo, amigo bueno
 vengo a decirte por qué te quiero 
porque me enseñas a ser mejor
 a comartir y dar amor. 


5º AÑOS



 Gracias 
Gracias por el sol del día, gracias por cada despertar 
gracias porque en ti yo puedo confiar. 
Gracias por los que me quieren, 
 gracias porque puedo amar, 
 gracias por enseñarme a perdonar. 
 Gracias por la alegría, por la música y por la luz.
 Gracias por estar siempre conmigo Jesús. 


 Señor Jesús 
Señor Jesús te damos gracias por este día. 
Y te pido que estés conmigo todas las horas del día.


EP. Oración de la mañana. Miércoles, 5 de febrero de 2.020


 En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...

EL VALOR DE LA UNIDAD

Un labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre si, sin que fueran bastantes para avenirlos las exhortaciones de sus padres. Un día les congregó a todos y mandando traer una porción de varas, y haciéndolas una sola, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperla. Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
 Entonces el padre desató la vara unida y tomando las varas una a una les mostró que fácilmente se partían, y enseguida les dijo: De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros, pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os vencerá.

Jesús, enséñanos a ser una clase unida.

Rezamos juntos... Padre Nuestro...

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.

ESO- BTO. Oración de la mañana. Miércoles, 5 de febrero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

El tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo aprobó hace unos años una orden por la que obliga a retirar de todos los colegios públicos de Italia los crucifijos que aparecen colgados en sus aulas. La nueva orden surge como respuesta a una denuncia puesta por una madre. Según la ley, la presencia del crucifijo atenta contra la libertad de pensamiento de los alumnos. Por lo pronto la señora no sólo ha conseguido la retirada de todos los crucifijos, sino también 5.000 euros de indemnización por los supuestos daños morales causados a sus dos hijos, de 11 y 13 años.

Hace un tiempo, en Córdoba, el ayuntamiento planteó la posibilidad de quitar de la ciudad las catorce imágenes de San Rafael, patrón de la ciudad, que hay en diversas calles y plazas. La imagen del santo es un auténtico símbolo de la ciudad de la mezquita. Últimamente se ha instalado en nuestra sociedad una cierta antipatía sobre todo aquello que esté relacionado con la fe, como si lo que nos viniera por parte del cristianismo fuese a causarnos daños morales. ¿No os parece que todo esto es desproporcionado y exagerado? ¿Tendremos que quitar entonces de la calle cualquier símbolo religioso porque puede atentar con nuestra libertad?, ¿qué es lo que hay en realidad detrás de todo esto? No podemos negar que la Iglesia, en sus dos mil años de existencia ha cometido errores, nosotros los cristianos somos los primeros en saberlo.

Pero no es menos cierto la cantidad de valores y proyectos que el cristianismo ha aportado y sigue inspirando a la sociedad de hoy día. No creo que un crucifijo pueda hacer daño a un niño de 11 años. En cambio, lo que sí hace daño es una publicidad y unos programas de televisión en los que los únicos valores que nos ofrecen tienen que ver con poseer un buen físico, tener mucho dinero y ser famoso. ¿No causa esto daños morales? ¿No hay cientos de jóvenes frustrados porque no tienen el físico que los medios de comunicación nos imponen o la cantidad de dinero para comprar todo lo que nos ofrecen? Bien podríamos denunciar a los medios públicos por el daño que nos hacen con su pésima oferta de valores, a lo mejor nos sacábamos unos eurillos.

 Al mirar el Cristo crucificado que está encima de nuestra pizarra, todos vemos lo mismo, seamos creyentes o no, a la máxima expresión de amor que pueda darse en la historia: un Jesús de Nazaret que por amor es capaz de dejarse torturar y morir.

Rezamos un Padre nuestro y le pedimos a Dios que el tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo le preste más atención a las verdaderas violaciones de Derechos que se están produciendo en tantos países del mundo.

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

martes, 4 de febrero de 2020


ESO- BTO. Oración de la mañana. Martes,  4 de febrero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Parece mentira, todo lo que pueden llegar a hacer. Cómo acunan o cómo golpean. Cómo hieren o cómo acarician y sanan. Sinceras o falsas, pensadas o espontáneas… son uno de nuestros mayores tesoros. Las decimos, las escribimos, las leemos y compartimos. Aprendemos con las palabras prestadas de otros, y quizás también nosotros llegamos a decir algo que merezca la pena… para alguien. Hablamos, y en el hablar y en la escucha, a veces, nos encontramos… Jesús es Palabra de Dios. Palabra auténtica, de amor y pasión por nosotros. ¿Y yo? ¿Qué palabra soy?

 Hay palabras que es mejor no decir.

Porque no hacen falta.
Las que juzgan sin intentar comprender.
 Las que son falsas.
Palabras de maledicencia o de crítica injusta, de chismorreo y de condena. Palabras innecesarias, o cháchara para llenar silencios que asustan.
 Palabras de burla que ignoran el dolor del débil.
 Palabras que apuñalan por la espalda.
 Es mejor callar aquello en lo que sabemos que no estamos siendo honestos, o aquello que no diríamos en persona.
Callar aquello que levanta muros y genera desconfianzas y fracturas.
Es mejor callar lo que envenena los sueños y marchita las vidas.

¿Qué palabras están de más en tu hablar?
¿Qué sería mejor callar?

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

PAPA FRANCISCO AUDIENCIA GENERAL 
Aula Pablo VI Miércoles, 29 de enero de 2020

 Catequesis sobre las bienaventuranzas: 1. Introducción 

 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Hoy comenzamos una serie de catequesis sobre las bienaventuranzas en el evangelio de Mateo (5,1-11). Este texto abre el “Sermón de la Montaña” que ha iluminado la vida de los creyentes y también de muchos no creyentes. Es difícil no ser tocado por estas palabras de Jesús, y es justo el deseo de entenderlas y de acogerlas cada vez más plenamente. Las bienaventuranzas contienen la “carta de identidad” del cristiano ―es nuestro carnet de identidad―, porque dibujan el rostro de Jesús, su forma de vida. 

Esta vez enmarcamos en conjunto estas palabras de Jesús; en la próxima catequesis comentaremos las bienaventuranzas individuales, una a una. 

En primer lugar, es importante cómo se produjo la proclamación de este mensaje: Jesús, viendo a la multitud que le seguía, sube al suave monte que rodea el lago de Galilea, se sienta y, dirigiéndose a sus discípulos, anuncia las bienaventuranzas. El mensaje, pues, se dirige a los discípulos, pero en el horizonte están las multitudes, es decir, toda la humanidad. Es un mensaje para toda la humanidad. 

Además, “el monte” recuerda al Sinaí, donde Dios le dio a Moisés los mandamientos. Jesús empieza a enseñar una nueva ley: ser pobre, ser manso, ser misericordioso... Estos “nuevos mandamientos” son mucho más que normas. De hecho, Jesús no impone nada, pero revela el camino a la felicidad ―su camino― repitiendo ocho veces la palabra “bienaventurados”·. 

Cada bienaventuranza está compuesta de tres partes. Primero está siempre la palabra “bienaventurados”; luego viene la situación en la que se encuentran los bienaventurados: la pobreza de espíritu, la aflicción, el hambre y la sed de justicia, y así sucesivamente; finalmente está el motivo de la bienaventuranza, introducido por la conjunción “porque”: “Bienaventurados sean estos porque, bienaventurados sean aquellos porque...”. Así son las ocho bienaventuranzas y estaría bien aprenderlas de memoria para repetirlas, para tener en la mente y en el corazón esta ley que Jesús nos dio. 

Prestemos atención a este hecho: la razón de la dicha no es la situación actual, sino la nueva condición que los bienaventurados reciben como regalo de Dios: “porque de ellos es el reino de los cielos”, “porque serán consolados”, “porque heredarán la tierra”, y así sucesivamente. En el tercer elemento, que es precisamente la razón de la felicidad, Jesús utiliza a menudo un futuro pasivo: “serán consolados”, “heredarán la tierra”, “serán saciados”, “serán perdonados”, “serán llamados hijos de Dios”. 

¿Pero qué significa la palabra “bienaventurado”? ¿Por qué cada una de las ocho bienaventuranzas comienza con la palabra bienaventurado? La palabra original no indica a alguien que tiene el estómago lleno o que se divierte, sino una persona que está en una condición de gracia, que progresa en la gracia de Dios y que progresa por el camino de Dios: la paciencia, la pobreza, el servicio a los demás, el consuelo… Los que progresan en estas cosas son felices y serán bienaventurados. 

Dios, para entregarse a nosotros, elige a menudo caminos impensables, tal vez los de nuestros límites, los de nuestras lágrimas, los de nuestras derrotas. Es la alegría pascual, de la que hablan nuestros hermanos orientales, la que tiene los estigmas pero está viva, ha atravesado la muerte y ha experimentado la potencia de Dios. Las bienaventuranzas te llevan a la alegría, siempre; son el camino para alcanzar la alegría. Nos hará bien tomar hoy el Evangelio de Mateo, capítulo cinco, versículos de 1 a 11, y leer las bienaventuranzas ―quizás más de una vez, durante la semana― para entender este camino tan hermoso, tan seguro de la felicidad que el Señor nos propone. 

 Saludos: Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. De modo especial saludo a los alumnos y a los profesores del Colegio San Ildefonso de Almería. Los animo, los animo a leer detenidamente el texto de la Bienaventuranzas. Hoy por ejemplo, tómense un ratito, capítulo quinto de san Mateo, versículo 1 al 11, y lo lean, léanlo y si les gusta también mañana, léanlo, les va hacer bien; y pidan a Dios la gracia para poder vivirlas en medio del mundo en que nos encontramos. Y esto nos va a dar una gran alegría. Que Dios los bendiga.







MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 53 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 
1 DE ENERO DE 2020
 LA PAZ COMO CAMINO DE ESPERANZA: DIÁLOGO, RECONCILIACIÓN Y CONVERSIÓN ECOLÓGICA 

 1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1].

 En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables. Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos. Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana. 

Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto. 

Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana»[2]. 

Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria. Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros[3]. Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente? Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.

 2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad.

 Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno»[4]. 

Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras. 

La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades. 

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades. El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente»[5], un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano. 

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad[6]. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial. Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. […] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo»[7]. Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común. 

En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa. En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas. 

3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna 

La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza. Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”» (Mt 18,21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz. Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (n. 39). 


4. La paz, camino de conversión ecológica 

«Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar»[8]. Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica. El reciente Sínodo sobre la Amazonia nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas. Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser “cultivadas y preservadas” (cf. Gn 2,15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor. De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana. Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea»[9]. 

5. Se alcanza tanto cuanto se espera[10] 

El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera. En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable. El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial. Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación. La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz. Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda. Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso. Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo. 

Vaticano, 8 de diciembre de 2019 Francisco 


 [1] Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 1. [2] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki, Parque del epicentro de la bomba atómica, 24 noviembre 2019. [3] Cf. Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013. [4] Encuentro por la paz, Hiroshima, Memorial de la Paz, 24 noviembre 2019. [5] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78. [6] Cf. Benedicto XVI, Discurso a los dirigentes de las asociaciones cristianas de trabajadores italianos, 27 enero 2006. [7] Carta. ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 24. [8] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 200. [9] Ibíd., 217. [10] Cf. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, II, 21, 8. © Copyright - Libreria Editrice Vaticana
WamaLab es el laboratorio virtual que la Fundación Mary Ward ha creado para todas aquellas personas que deseen investigar, experimentar, aprender, conocer… sobre otras realidades del mundo que nos rodea. 

El objetivo es promover el conocimiento crítico e impulsar la cooperación y la solidaridad entre los colegios BVM a nivel local e internacional. Vivimos en una realidad global permanente y, sin embargo, a día de hoy hay diversos temas o situaciones que parte de la sociedad los reconoce como demasiado lejanos en su día a día. Nada más lejos de la realidad… A través de Wamalab proporcionamos materiales y recursos que brinden al alumnado, al profesorado y a las familias la oportunidad de profundizar en diversos temas como son la perpectiva de género, la interculturalidad, el desarrollo, los derechos humanos, la paz, el medio ambiente, etc. Tratamos de proporcionar todas las herramientas para que sean capaces de desarrollar su habilidad para analizar la realidad desde un punto de vista crítico y ético. De esta manera conseguimos fomentar experiencias e intercambios que generen una ciudadanía más crítica, responsable y comprometida. Y es así como surge la Comunidad WAMALAB. 

Una comunidad formada por todas las personas que forman los Colegios BVM de España y quieren compartir con el resto las diversas iniciativas y experiencias que llevan a cabo en sus centros educativos. Desde que comenzó el curso, el alumnado y profesorado de los diferentes colegios BVM de España han ido desarrollando diversas iniciativas. Desde la marcha solidaria de Leioa, los paneles formativos de El Soto por el Día Internacional de las Niñas, la participación de Irlandesas Madrid en The World´s Largest Lesson, el proyecto Kiss de Secundaria del Colegio de Bami, la iniciativa solidaria navideña que hicieron los alumnos y alumnas del ciclo formativo de Castilleja, etc… numerosas iniciativas que parten desde los diferentes colegios para poner de manifiesto que existe una comunidad activa, crítica y con ganas de aprender y transformar la realidad del mundo en el que viven. Iniciativas para compartir con otros colectivos y que sirven de aliciente para despertar otras conciencias, más críticas y más solidarias, para dar a conocer las diversas realidades que nos rodean y aprender de ellas.

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Babina Lepcha, Ibvm


Continuamos nuestra serie sobre vocaciones con Babina Lepcha, Ibvm de India, uno de los países donde más está creciendo el número de religiosas.

Babina nos cuenta cómo conoció a las "Loreto sisters" (tal y como se conoce a las religiosas del IBVM en el mundo anglosajón) y cómo, tras conocer el Carisma de Mary Ward fue descubriendo que el espíritu de nuestra fundadora está vivo en ella, y así lo siente en cada uno de sus quehaceres.

Actualmente trabaja con niños de las frontera, en Darjeeling, como profesora de primaria.