martes, 4 de febrero de 2020

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA 53 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 
1 DE ENERO DE 2020
 LA PAZ COMO CAMINO DE ESPERANZA: DIÁLOGO, RECONCILIACIÓN Y CONVERSIÓN ECOLÓGICA 

 1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1].

 En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables. Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos. Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana. 

Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto. 

Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana»[2]. 

Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria. Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros[3]. Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente? Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.

 2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad.

 Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno»[4]. 

Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras. 

La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades. 

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades. El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente»[5], un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano. 

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad[6]. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial. Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. […] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo»[7]. Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común. 

En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa. En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas. 

3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna 

La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza. Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”» (Mt 18,21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz. Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (n. 39). 


4. La paz, camino de conversión ecológica 

«Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar»[8]. Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica. El reciente Sínodo sobre la Amazonia nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas. Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser “cultivadas y preservadas” (cf. Gn 2,15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor. De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana. Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea»[9]. 

5. Se alcanza tanto cuanto se espera[10] 

El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera. En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable. El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial. Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación. La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz. Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda. Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso. Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo. 

Vaticano, 8 de diciembre de 2019 Francisco 


 [1] Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 1. [2] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki, Parque del epicentro de la bomba atómica, 24 noviembre 2019. [3] Cf. Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013. [4] Encuentro por la paz, Hiroshima, Memorial de la Paz, 24 noviembre 2019. [5] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78. [6] Cf. Benedicto XVI, Discurso a los dirigentes de las asociaciones cristianas de trabajadores italianos, 27 enero 2006. [7] Carta. ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 24. [8] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 200. [9] Ibíd., 217. [10] Cf. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, II, 21, 8. © Copyright - Libreria Editrice Vaticana
WamaLab es el laboratorio virtual que la Fundación Mary Ward ha creado para todas aquellas personas que deseen investigar, experimentar, aprender, conocer… sobre otras realidades del mundo que nos rodea. 

El objetivo es promover el conocimiento crítico e impulsar la cooperación y la solidaridad entre los colegios BVM a nivel local e internacional. Vivimos en una realidad global permanente y, sin embargo, a día de hoy hay diversos temas o situaciones que parte de la sociedad los reconoce como demasiado lejanos en su día a día. Nada más lejos de la realidad… A través de Wamalab proporcionamos materiales y recursos que brinden al alumnado, al profesorado y a las familias la oportunidad de profundizar en diversos temas como son la perpectiva de género, la interculturalidad, el desarrollo, los derechos humanos, la paz, el medio ambiente, etc. Tratamos de proporcionar todas las herramientas para que sean capaces de desarrollar su habilidad para analizar la realidad desde un punto de vista crítico y ético. De esta manera conseguimos fomentar experiencias e intercambios que generen una ciudadanía más crítica, responsable y comprometida. Y es así como surge la Comunidad WAMALAB. 

Una comunidad formada por todas las personas que forman los Colegios BVM de España y quieren compartir con el resto las diversas iniciativas y experiencias que llevan a cabo en sus centros educativos. Desde que comenzó el curso, el alumnado y profesorado de los diferentes colegios BVM de España han ido desarrollando diversas iniciativas. Desde la marcha solidaria de Leioa, los paneles formativos de El Soto por el Día Internacional de las Niñas, la participación de Irlandesas Madrid en The World´s Largest Lesson, el proyecto Kiss de Secundaria del Colegio de Bami, la iniciativa solidaria navideña que hicieron los alumnos y alumnas del ciclo formativo de Castilleja, etc… numerosas iniciativas que parten desde los diferentes colegios para poner de manifiesto que existe una comunidad activa, crítica y con ganas de aprender y transformar la realidad del mundo en el que viven. Iniciativas para compartir con otros colectivos y que sirven de aliciente para despertar otras conciencias, más críticas y más solidarias, para dar a conocer las diversas realidades que nos rodean y aprender de ellas.

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Babina Lepcha, Ibvm


Continuamos nuestra serie sobre vocaciones con Babina Lepcha, Ibvm de India, uno de los países donde más está creciendo el número de religiosas.

Babina nos cuenta cómo conoció a las "Loreto sisters" (tal y como se conoce a las religiosas del IBVM en el mundo anglosajón) y cómo, tras conocer el Carisma de Mary Ward fue descubriendo que el espíritu de nuestra fundadora está vivo en ella, y así lo siente en cada uno de sus quehaceres.

Actualmente trabaja con niños de las frontera, en Darjeeling, como profesora de primaria.



martes, 21 de enero de 2020


ESO- BTO. Oración de la mañana. Lunes, 2 de febrero 2.020 

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Payasos Sin Fronteras trata de arrancar sonrisas entre los desplazados internos en el Congo. Difundir la risa como herramienta de apoyo psicológico. Con este fin un grupo de cuatro artistas de Payasos Sin Fronteras se ha desplazado a la República Democrática del Congo (RDC), país que está sumido en un violento conflicto. Durante 25 días realizarán una gira de espectáculos cómicos y de circo por los campos de desplazados internos situados alrededor de Goma, capital de la región de Kivu Norte, donde el 62% de la población es menor de 17 años.

En algunos casos se incluirán talleres de comicidad y animación infantil con la población local. Este proyecto, que trata de arrancar las sonrisas de grandes y pequeños, está organizado en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que se ha encargado de programar la gira y de apoyar la expedición en relación a los temas de logística y seguridad. Payasos Sin Fronteras explica que la situación de los desplazados internos en el Congo "es alarmante" y su problemática afecta especialmente a las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, donde los congoleños huyen de situaciones de emergencia por desnutrición, epidemias o violencia.

PIENSA: Puede parecerte fácil regalar a un compañero o compañera una sonrisa, pero detrás de ella probablemente hay una realidad estable, un bienestar general en tu familia y en tu entorno. Así sí que es fácil sonreír. Piensa en tantos y tantos jóvenes como tú que tienen en sus propias existencias motivos para la desesperanza. Allí la risa es tan importante… Seguro que habrás experimentado como la sonrisa de alguien en un momento determinado ha sido capaz de cambiarte el ánimo.

Te reto a que hoy muestres a los demás más sonrisas de las que muestras habitualmente. Especialmente en casa, con tus padres. Ya verás como tiene un efecto potentísimo. Qué tengas una mañana sonriente.

Padre nuestro...

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

domingo, 12 de enero de 2020


ESO- BTO. Oración de la mañana. Jueves, 5 de febrero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Nos podríamos preguntarnos que entendemos por santo, o qué significa esa palabra. Para algunos, ser santos es sinónimo de ser muy especial, para otros significa ser sencillo. El texto evangélico que se proclama ese día son las bienaventuranzas, que es el siguiente:

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.  Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices vosotros, cuando seais insultados y perseguidos, y cuando os calumnien en toda forma a causa de mí. Alegraos y regocijaos entonces, porque tendréis una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.

Según la Palabra de Dios, los verdaderamente felices son los que viven con poco, los que sienten compasión por los demás, los que resuelven las cosas desde la paz y la no violencia.

¿Piensas que el modelo de las bienaventuranzas que Jesucristo nos ofrece es realmente el modelo de felicidad que nos brinda nuestra sociedad? ¿Piensas que se puede ser feliz así? ¿No se nos invita desde los medios de comunicación a ser felices por medio de la violencia, el dinero o el pasotismo? Y, por último, ¿Te consideras una persona feliz ?

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros

viernes, 10 de enero de 2020

EP. Oración de la mañana. Viernes, 11 de enero de 2.020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Introducción a la Pausa Ignaciana. Video explicativo sobre en qué consiste la Pausa Ignaciana y los pasos para llevarla a cabo. Podemos ir llevando a cabo cada paso mientras escuchamos las instrucciones, teniendo en cuenta todo lo ocurrido durante la semana.

ESO- BTO. Oración de la mañana. Viernes, 11 de enero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Durante esta semana hemos reflexionado sobre la alegría, un valor muy importante para Mary Ward...

¿Qué te hace sentir alegre?

¿Que te quita la alegría?

¿Qué crees que puedes ofrecer a los demás para contribuir a su alegría?

Terminamos la oración poniendo el día en manos de María... Dios te salve María...

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.

jueves, 9 de enero de 2020

EP. Oración de la mañana. Jueves, 10 de enero de 2.020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

La oración de la mañana es con el cuento el círculo de la alegría

https://www.youtube.com/watch?v=s9yJy3D17vU


Educación Infantil. Oración de la mañana. Jueves, 10 de enero de 2.020

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Si tu corazón está feliz, harás felices a todos los que te rodean.



ESO- BTO. Oración de la mañana. Jueves, 10 de enero de 2.020

 En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.


Contempla la siguiente frase de Mary Ward:

"Dios ama al que da con alegría"

¿Qué crees que quiere decir?

¿Qué es para ti la alegría?

¿Qué crees que puedes dar con alegría?


Se deja un par de minutos para pensar y terminamos con la oración el Padrenuestro

Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.