martes, 13 de noviembre de 2018

Oración de la mañana 13-11-2018 Secundaria y Bachillerato

Quizá a algunos nos suene el nombre de Kanouté, exjugador de fútbol del Sevilla, y durante bastantes años vivió en Malí, un pobre país africano.

Desde que salió del país trata por todos los medios de ayudar a cuantos puede. Ha donado mucho dinero para realizar en Malí el Pueblo de los Niños, en una finca de 18 hectáreas que compró por unos 100.000 euros a unos kilómetros de N’gabacoro Droit.

En el campo, cerca del río Níger, Kanouté promueve la construcción de una residencia para niños abandonados, como esos a los que muchos padres de los pueblos envían a Bamako a vivir al amparo de un maestro, y que acaban mendigando en las calles para poder pagarle (si no, corren el riesgo de una paliza) el techo, la comida y las clases.

Viven en 11 casas con 10 plazas cada una, al cuidado de una madre y una tía adoptivas contratadas, y reciben formación en la escuela-taller. Además de campo de fútbol y baloncesto, huertos y una mezquita de dos plantas, habrá una clínica abierta también a los habitantes de la comarca.

Se estima que Kanouté ganaba un fijo en el Sevilla de al menos 600.000 euros anuales, a los que hay que sumar primas y publicidad. En Malí, un pequeño comerciante no gana más de 100 euros al mes; una enfermera, 1.000 francos CFA (moneda común de 14 países africanos) diarios, o sea, un euro y medio. El abismo es tan obvio que el deportista ha estado obsesionado por contribuir con su tiempo y su dinero a desarrollar al hermano pobre de su patria, una tierra que ama desde que la pisó por primera vez con 9 años.

Son muchas las personas en el mundo, famosas o no, que entregan su dinero o su tiempo a favor de

los  abandonados,  los necesitados…  Fijémonos  en su  ejemplo  y  tratemos de  imitarles.  ¿Cómo?

Rezando por los que están mal, ayudando con nuestro dinero, dando gracias por todo lo que tenemos,

aprovechando los estudios a los que muchos no pueden acceder… Sal al mundo, mira cómo está la

gente y no te quedes con los brazos cruzados. Tú puedes cambiar este mundo.


Venerable Mary Ward, ruega por nosotros.

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